domingo, 3 de enero de 2016

La sala de espera día 1

¿Recuerdas cuando decías que para siempre? Si, ya lo sé, eso ya no existe.  Hoy me hiciste saber que nada es eterno.

Es como los llamados en los aeropuertos, “Se le agradece a los pasajeros del vuelo… que deben embargar por la puerta…”, tu llamado es así “Se te recuerda que lo siento no es eterno y en cualquier momento todo desaparece”… 

El primer llamado siempre cae de sorpresa, te hace estar alerta, pero al final siempre te hace caminar a la salida.

Los llamados te recuerdan que estas en una etapa en donde queda avanzar o escuchar y hacer eso que dice la señora del micrófono. El problema es que es fácil avanzar hacia la puerta para tomar el avión, pero ¿cómo se reacciona a los llamados que te muestran de golpe la realidad?

Pero, cómo continuas tan normal luego de eso, aquí no hay una puerta para abordar a otro lugar, para desaparecer. Aquí solo hay una gran sala de espera, un sillón del color que más te guste, un café y un cigarro, -con tal el humo no le molesta a nadie, es tu sala-.

Después de 5 minutos, suena de nuevo esa voz en el micrófono que te tortura, “Te recuerdo que mi paciencia y todo lo demás no es eterno”, y gritas “Lo mío tampoco es eterno”, pero sabes que es una gran mentira.

Muy dentro de ti sabes que desde hace tiempo todo lo que sentías lo puedes volver eterno, más que el tiempo… Pero que aún así preferías esperar, si esperar otro llamado. al parecer eso es lo mejor que puedes hacer, porque huir es de cobardes y muchos héroes mueren en la guerra.

Sin embargo, mientras no exista otro llamado queda pensar, queda prepararse porque al final todos los llamados avisan que alguien saldrá por la puerta, que aunque no seas tu quien se va, si verás a alguien salir de tu vida.   

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